Comenzamos la semana con unas letras de Ángel Gómez Díaz: "Tatuajes indelebles". Merecen la pena. Porque... "hay cosas que sin pintarlas son dibujos; que sin escribirlas son palabras; que sin sellarlas no se borran; que sin colorearlas tienen colores; que son sentimientos que se recuerdan y recuerdos que se sienten...".
Y hoy queremos compartirlas con vosotros, no sin antes, desearos una feliz semana!
"Sí, ya sé que esos tatuajes de
tinta con la piel como lienzo son difíciles de errradicar, y requieren, una vez
plasmados en el cuerpo, poco menos que cirugía y un tratamiento complejo y
especial para erradicarlos, si es que finalmente no queda una cicatriz. Hasta
el punto que la solución es pintar otra cosa encima… Sí, ya sé que el titulo
apunta a redundancia pedante… Pero yo no me refiero a esos tatuajes porque esos
tatuajes los diseñan algunos y los ve cualquiera que mire allí donde están
impresos.
Yo estoy pensando en los tatuajes
de sensaciones, de saliva y besos; a los tatuajes de momentos, de caricias; a
los tatuajes de emociones y percepciones únicas. Yo me refiero a los tatuajes
que son nuestro código secreto, pintado en instantes de soledad, en segundos de
proximidad, en ese tiempo furtivo arrancado del resto de nuestras rutinas. Yo
me refiero a esos tatuajes invisibles a cualquier mirada salvo a la nuestra, a
esos que nadie puede borrar porque nadie más sabe donde están; y porque ningún
otro ojo es capaz siquiera de adivinarlo. Me refiero a esos tatuajes
construidos en la caja fuerte de nuestra intimidad, bajo las llaves de todos
nuestros muros, que sólo se abren al escuchar tu voz o la mía; para dibujarnos
la piel sin tinta y cuya inspiración es tu imaginación y la mía cuando estamos
juntos o cuando estamos lejos, deseando estar juntos.
Porque estoy lleno de
tatuajes que sólo aprecian el ojo del alma y la memoria. Tengo tatuado los
labios de nuestro primer beso después de contar hasta tres y cerrar los ojos en
la clandestinidad de un sitio oscuro que llenamos de luz para siempre. Tengo
tatuado el hueco entre mis dedos de aquellas veces que entrelazamos las manos y
nos miramos a los ojos y nos buscamos el reflejo en las pupilas del otro. Tengo
tatuadas las mejillas de tus besos de “no pasa nada”, o de “tranquilo”, y el
cuello dibujado de caricias y susurros de aliento. Tengo la espalda marcada con
el molde de tus brazos de aquellas veces donde nos fundimos en uno
protegiéndonos del mundo y haciendo un caparazón que es un mundo propio y
único.
Tatuajes invisibles que brillan
en la oscuridad cuando se arriman tu piel y la mía; tatuajes que no se ven en
el espejo pero se encienden y toman color cuando me miras, cuando me hablas,
cuando me esperas… Tengo tatuado hasta el pelo de aquella vez que me oliste los
mechones para respirar mejor en una angustia, y tengo tu lágrima y tu risa
tatuadas en el pecho, y saltan juntas cuando el corazón me late más fuerte.
Tengo tatuada la frente de aquellas veces que nos miramos de cerca, mis brazos
están pintados del sudor de nuestras frentes, del esfuerzo de nuestros sueños e
ilusiones. Y tengo una colección de mariposas prendidas en el estómago que son
las palabras que nos decimos y aquellas que callamos, que revolotean y brillan
cuando nos reconocemos, cuando nos reconquistamos, cuando nos necesitamos o nos
deseamos…
Y por eso, porque estoy lleno de
tatuajes, estoy pensando en dibujarte nuevas figuras de las que nadie ve, de
las que nadie borra, de las que nadie te pintará como yo… Estoy deseando
dibujarte tardes de domingo en el cine, noches de lluvia arropados con la manta
en el sofá; y quiero pintarte noches de insomnio charlando de nuestras cosas,
de las que fueron y de las que serán. Voy a pintarte besos furtivos, y abrazos
escondidos; voy a tatuarte melodías inventadas que ericen la piel y cristalicen
la mirada. Voy a escribirte versos de triunfos en forma de ojos brillantes y
emocionados; voy a hacerte un mapa de viajes a lugares únicos que están lejos o
cerca y donde hemos estado o estaremos.
Quiero tatuarte más sonrisas y
menos lágrimas, más chistes y menos obligaciones; quiero tatuarte rincones
secretos y serenos; quiero tatuarte razones para ser felices; quiero tatuarte
el aroma de nuevos platos, y la pasión de nuevas aventuras. Quiero colorear la
sombra de tus ojos para afrontar cualquier pena de esta vida. Voy a tatuar tu
espalda de besos y caricias que suben o bajan, y voy a llenarte el pecho de
palabras que van y vienen del mío y que no son sonidos fluidos de las entrañas.
Voy a pellizcarte paseos por el campo, y hacerte cosquillas con la brisa del
mar y la salpicadura de las olas; voy a grabarte en la retina del ojo que late
y no parpadea una noche en silencio ante el fuego de una lumbre; y un baile
mientras nos cantamos nuestras canciones.
Voy a tatuarte puestas de sol y
amaneceres, y la mirada que espera que te despiertes para que animes mis
pinturas. Vamos a pintarnos la vida que hemos vivido, y las adversidades que
hemos superado, dejando el espacio para las que vendrán… y vamos a firmarnos un
lema que brille en las noches sin luna y sin estrellas y en los días de
tormenta y miedo: “merece la pena la aventura”. Y cuando todo decaiga siempre
nos quedarán los tatuajes infinitos de nuestros cuerpos o nuestros cuerpos como
tatuajes de esa vida y sus pedazos, y la forma de mirarnos con el alma".
Ángel Gómez Díaz
Me gustan estos tatuajes...de los de siempre y para siempre
Fotografía: David Fernández - Photography
Vestido: Covadonga Plaza
Peinado: Peluquería Suárez
Tocado: Tocados Le Touquet
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