lunes, 11 de julio de 2016

De los de siempre...

Quiero uno que merezca la pena.
Quiero uno sin rebotes. Sin horarios limitados. Ni tiempos de descanso,  ni silencios recargados.
Quiero uno que cale hondo, irrompible, que no se note al respirar.
Quiero uno que sea duradero y verdadero. A partes iguales. Quiero un amor de los de siempre.

  
Quiero uno para toda la vida, para dar la vuelta al mundo, que no tenga fecha de caducidad ni que venga con garantía porque se espera que se estropee. Pido lo básico: que me quieras en mis mejores y peores momentos porque yo estoy dispuesta a quererte en todos y cada uno de ellos. Quiero que me rompas la monotonía de la rutina con una simple llamada. Y que también me rompas mis esquemas. Quiero ser como esa pareja que celebra sus bodas de oro a lo grande. Pero ya no es tan fácil como antes. Ahora es lo temporal lo que gusta y el dejar de luchar cuando no conviene. Rendirse, porque es fácil. Llámame anticuada pero quiero un amor de los que ya no está de moda.

Quiero un amor de esos en los que si salto yo, saltas tú, porque así por lo menos caemos juntos. Quiero un amor para pasearme por la vida, siempre de la mano. Quiero un amor en el que los dos nos transformamos en una persona.

Quiero uno en el que hago cosas que no me gustan porque a ti te hacen feliz. Y que a la primera persona a la que llame para contarle la noticia de mi vida seas tú. Quiero que me dejes el último bocadito del postre y yo despertarte con tu canción favorita. Y quiero conocer todas y cada una de tus manías y rarezas. Quiero un amor que se siente de forma inconsciente, debajo de la piel, eléctrico. Quiero mirarte a los ojos y morir.

Quiero dejarme de suspensos.
De caminos cruzados y equivocados.
De fichar salidas y entradas.
De tiempos finitos y atajos.


Quiero que para mí no exista otra cosa que no seas tú y que para ti no exista otra cosa que no sea yo. Quiero que vengas para quedarte. Y que no haya forma de echarte. Quiero que nuestras despedidas siempre sean difíciles pero sin preocupaciones. Quiero dar las gracias todos los días porque tú me has elegido a mí. Y quiero que seamos capaces de reírnos en los momentos más serios. Quiero uno en el que, si discutimos, que sea por cosas nuevas y no los reproches del pasado. Quiero que compartas mi vocabulario, palabras que hoy ya no se oyen demasiado: confianza, prioridad y respeto. Quiero luz y aire limpio.

Quiero que “andemos sin buscarnos pero sabiendo que andamos para encontrarnos”. Quiero dar contigo cuando realmente esté preparada para agarrarte y no dejarte nunca ir. Quiero una historia de las grandes donde no haya hueco para pequeñeces y jugármela a un todo o nada sabiendo que la casa siempre gana. Quiero que sepas quererte y así poder quererme a mí.
Quiero que nunca me faltes. Quiero un amor indisoluble. Que me entiendas sin despegar los labios. Y que yo sepa leer tus silencios. Quiero conocer cada uno de tus gestos por haberlos visto repetidos una y otra vez.


Quiero nuestra casa.
Nuestras costumbres.
Nuestra vida.
Quiero estar donde tú te encuentres. Y que siempre me busques en una habitación llena de gente. Quiero que la vida de muchas vueltas y que cada una que tachemos en el calendario sea juntos. Y quiero que cada una de esas vueltas que nos den la vida.


Texto “Lo que ellos no saben”
Imágenes: 1 - Dos más en la mesa; 2 - Elena Bau;  3 - Serafín Castillo

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